La pregunta del principiante:
"¿Servirá esto para algo?"

Todos, en algún momento, nos hemos preguntado si lo que hacemos en la práctica de Yoga servirá para algo.

La pregunta suele surgir al principio porque los efectos no son inmediatos ni demasiado claros, o bien no somos capaces de reconocer que los cambios que se producen son fruto de su práctica intensiva.

Con el tiempo uno se vuelve más receptivo y, en seguida, repara con facilidad en cosas que antes no ocurrían, reacciones nuevas ante unas mismas situaciones que demuestran que algo está pasando.

Especialmente llamativos fueron una serie de hechos ocurridos en relación a la muerte de mi padre que dieron lugar a reflexiones y que hicieron que ese momento tan doloroso, sin dejar de serlo, se transformara a la vez en una experiencia de vida.

La noche que ocurrió, una calurosa noche del mes de julio, estaba con mis hijas en un jardín cercano a nuestra casa y, de repente, sentí una sensación de angustia semejante a la inquietud que tenía cuando mis hijas salían por la noche y, a altas hora de la madrugada todavía no habían vuelto, solo que esta vez no era provocado por mis pensamientos, sino que surgió de una manera espontánea y más fuerte.

Miré alrededor y las vi a las tres riendo y bromeando tan tranquilas y me dije:

- Pero qué pasa, que tonta,… es el colmo, agobiarme teniéndolas a todas conmigo y viendo que están bien-.

Cuando, al día siguiente me enteré de que había fallecido esa noche, sin que nadie se enterara, puesto que mi madre lo encontró en la cama cuando fue a despertarle porque ya era tarde, me acordé del momento en que tuve aquella sensación y me pregunté si tendría algo que ver con esas conexiones energéticas de las que tanto había oído hablar, si me habría transmitido algo consciente o inconscientemente,…

Para mi fue muy real y la reflexión me llevó a otros episodios anteriores.

Unos meses antes él había estado muy malito en un hospital.

Hasta entonces, cuando esto ocurría, era mi madre quien se quedaba todo el día con él, pero en esta ocasión me ofrecí a quedarme por la noche y ella accedió.

En la semana que estuvo ingresado pude poner en práctica todo lo aprendido en cuanto a trasmitir paz y serenidad. A veces, sin que nadie fuera capaz de saber que yo estaba en ese estado de quietud, él me preguntaba que estaba haciendo, como si realmente notara algo.

Fueron momentos muy especiales, con una comunicación muy distinta, no sé si habrá palabra que la defina, pero lo cierto es que me sentí bien cuidándolo lo mejor que pude. Siempre queda la sensación de que se podía haber hecho algo más y, seguramente será cierto, pero no creo que merezca la pena darle más vueltas.

Con el tiempo supe que esta fue otra oportunidad que se me dio de acercamiento, de poner en práctica tantas cosas aprendidas , son momentos de dolor, el ser humano sufre, pero a la vez es como si se fueran cumpliendo etapas inevitables y que de nosotros dependa que lo hagamos más o menos enriquecedor para todos.

Estando en el hospital pensé que en cuanto pudiera organizaría un viaje a la playa, ¡le encantaba el mar! De hecho conseguí organizarlo y ya lo teníamos todo preparado.

Dos días antes de irnos, recuerdo que me preguntaron por él en la oficina

- Pues más o menos bien —dije.

- Pero desando irnos de vacaciones —añadí.

Y era verdad, a ambos nos urgía irnos, de alguna manera teníamos la sensación de que quedaba poco tiempo.

De hecho él, a quien no le gusta demasiado llamar por teléfono, las dos últimas noches me llamó para decirme cosas sin importancia; como que ya había encontrado la sombrilla o que ya tenía preparadas dos sillitas para llevarnos a la playa.

Me extrañó un poco y me pareció que la comunicación era distinta.

Después entendí que se estaba despidiendo.

Pasados dos días de duelo y familia, decidimos hacer el viaje, pensando sobre todo en que, por lo menos, mi madre estaría todo el tiempo acompañada en esos primeros días tan duros para todos pero sobre todo para ella.

Una tarde, en la terraza del hotel, un noveno piso, frente al mar, pensé: ¡Cómo le habría gustado todo esto! Le encantaba sentarse frente al mar y no hacer ni decir nada.

Mi madre estaba sentada a mi lado con un periódico pero levantó la vista y me comentó con tristeza:

- Lo que me pregunto es que sentiría en ese momento, qué pensaría,... ¿me llamaría y no le oí…?....

No pude contestarle nada porque a mí vez, mirando al horizonte, al mar, me preguntaba que si era verdad lo que tantas personas me habían comentado de que él seguía estando con nosotros. ¿Porqué este pensamiento no me tranquilizaba?, ¿Cómo podía yo saber que realmente, de alguna manera, seguía presente’, ¿Porqué estaba tan triste y notaba tanto su ausencia?

Finalmente decidí no pensar más, tomé un libro que tenía al lado y con pocas ganas de leer pero sin querer seguir entristeciéndome, lo abrí al azar y ya solo la primera línea me sobrecogió…

“Hija mía”, bien hiciste en ejercer influencia para civilizar hasta donde te fue posible los toscos elementos que te rodeaban y auxiliar a otra pura alma para que viniese a mi. Esta labor será una brillante estrella en tu corona de gloria. Continúa ayudándola y mira a ver si hay otras estrellas que añadir a tu corona. Esta tu noble obra me permite acercarte a mí mucho más pronto de lo que de otro modo hubiera sido posible. No hay procedimiento de progreso tan rápido como el de ayudar a otros a que adelanten en el Sendero. Además tuviste la fortuna de encontrar a un antiguo compañero, porque si dos pueden trabajar juntos su labor tiene más eficacia que si la misma cantidad de energía empleasen separadamente.

Comenzaste bien. Sigue rápida y seguramente por el mismo camino.

“Te doy la bienvenida, último novicio de nuestra gloriosa comunidad. No te será fácil olvidarte de ti misma y entregarte sin reservas al servicio del mundo. Sin embargo, se exige de nosotros que vivamos tan solo para beneficiar al prójimo y cumplir la obra que se nos ha confiado. Has tenido buen principio en el proceso de tu desenvolvimiento, pero todavía te queda mucho por hacer. Reprime aún el más leve asomo de irascibilidad y está siempre dispuesta a recibir consejos e instrucciones. Cultiva la humildad y la abnegación y que te invada un férvido entusiasmo para el servicio.

Así serás un eficaz instrumento en manos del Gran Maestro, un soldado del ejército capitaneado por los Salvadores del mundo. Para ayudarte te tomo como discípulo probacionario.”

Este párrafo fue suficiente, y estas palabras definitivas, para tener la seguridad de que no solo todo sirve sino que es necesario. A cada uno se le presenta un sendero que seguir y unas oportunidades para demostrar que se está dispuesto a seguirlo lo mejor posible, si te dejas llevar serás guiado.

Lo único que se nos pide es estar alerta, receptivos, disponibles para poder aprovechar las ocasiones que se nos brinden.

 

Mary Paz
(MADRID)