Un ejercicio físico muy antiguo, canalizador de energía. Se trabaja principalmente la musculatura del abdomen de una forma muy intensa.

El cielo y la tierra se unen en la zona umbilical del practicante para despertar la llama serpentina que asciende por los siete niveles de conciencia hasta llegar a la flor de los mil pétalos.

Tendido en el suelo, ojos abiertos y mirando hacia el cielo, los brazos extendidos y las palmas de las manos quedan contra y a los lados de los muslos.

Con una inspiración profunda se levantan del suelo, al mismo tiempo, la cabeza, el tronco y las piernas juntas. La elevación corporal es considerable, de acuerdo a las posibilidades físicas del practicante.

Hay que permanecer unos instantes en la postura, manteniendo a la misma altura el rostro y los pies. La respiración es reposada.

Al finalizar el ejercicio se vuelve al suelo y se practica un relax breve.Luego, se vuelve a repetir la postura corporal.

Hasta seis veces por sesión de Yoga.

Interesante beneficio en el campo energético-astral y un trabajo intenso en la musculatura del abdomen, piernas, espalda y cuello.

Se pone la atención en el plexo solar.